Rioja ganó el pasado mayo la
batalla interna, en la propia Unión Europea, del embotellado
en origen. La nueva lucha se libra ahora en el seno de la Organización
Mundial de Comercio (OMC)
Riojas originales
por A. Gil
RIOJA
obtuvo el pasado mes de mayo el reconocimiento del Tribunal Europeo
de Justicia (TEJ) para garantizar que ningún elaborador
pueda embotellar vinos fuera de su ámbito geográfico.
La sentencia, seguida con ávido interés por las
instituciones europeas, puso fin a un conflicto originado en
1992 por una cadena de distribución belga, después
de que, con la obtención de la Calificada en 1991, el
reglamento de Rioja reconociera el embotellado exclusivo en la
zona de producción.
En el tiempo que duró el proceso se produjo un cambio
radical de opinión de la Comisión Europea, que
ha tenido mucho que ver con el desenlace final. El Ejecutivo
comunitario pasó de apoyar la demanda belga basada
en la libre circulación de mercancías para poder
comprar vino a granel y embotellarlo allí a ser el
principal defensor de la causa española; es decir, antepuso
finalmente el derecho de los operadores de una zona a proteger
sus producciones al principio más sagrado del Tratado
de Roma: la libre circulación de mercancías.
El cambio de posición no es casual, ya que se produce
cuando la liberalización del comercio mundial amenaza
la viabilidad del sistema de producción de la Unión
Europea (UE), y desde la convicción de que es imposible
competir sin hechos diferenciales contra las grandes explotaciones
y la concentración además del menor coste
de producción de la producción vinícola
en los principales terceros países. La Comisión
se dio cuenta de que si no protegía a las denominaciones
de origen en su propio territorio poco tenía que hacer
para lograr el reconocimiento de las mismas en la Organización
Mundial de Comercio (OMC).
Si bien la sentencia del TEJ no significa 'barra libre' para
la protección de productos agrarios deja claro que
son los controles sistemáticos y profundos Rioja, como
la separación de bodegas, los que conceden el derecho
exclusivo al embotado en origen, sí supone un paso
para la consolidación del modelo europeo. Se ha ganado
la primera batalla, la interna, ya que los países del
norte de Europa no comparten la filosofía del origen.
Ahora bien, este conflicto interno debe servir de advertencia
para las negociaciones futuras dentro del marco de la OMC, en
el que se pretende que países terceros (con EEUU a la
cabeza) reconozcan la especificidad del sistema de protección.
El nuevo siglo comienza con nuevas conversaciones para la liberalización
del comercio mundial, con la denominada Ronda del Milenio sobre
la mesa. Unas negociaciones que, según opina la ma-yoría
de los expertos, provocarán una tendencia hacia la liberalización
de la PAC por la presión internacional. Liberalización,
tanto desde el punto de vista de las plantaciones como de las
prácticas enológicas en el caso del vino.
La batalla está abierta, puesto que la diferenciación
de las producciones europeas por su singularidad y sus valores
tradicionales y culturales se plantea desde todas las instituciones
como la forma de competir con producciones más uniformes
(y más baratas) de terceros países en un entorno
comercial sin aranceles y sin ayudas a la producción.
Las denominaciones de origen vínicas existen antes del
propio Tratado de Roma y de que otros productos agrarios adoptaran
el modelo. Nacen por un acuerdo del sector y se autoimponen restricciones
para sobrevalorar sus producciones (Rioja luchó durante
al menos 20 años por el embotellado en origen). Se vinculan
a la tierra unos hechos diferenciales y demostrables ,
pero son, en tanto que propios, sistemas difíciles de
entender por quienes no tienen esa cultura.
Sigue--->
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