El vino de Rioja debe parte de su historia
a una gran hecatombe: la filoxera, plaga que tras esquilmar los
viñedos de Europa, atacó 30 años más
tarde La Rioja con crudeza. El desastre galo propició
años dorados para La Rioja, después llegó
una ruina que envió a 20.000 conciudadanos a América,
pero que sirvió para que renacieran nuestras bodegas
Del homóptero al futuro del Rioja
VITEUS vitifolii
Fitch, la filoxera para el común de los mortales, es un
homóptero que cuando alcanza su madurez apenas llega a
medir un milímetro. Es semejante a un pulgón tiene
forma de pera color amarillento y sus alas cuando permanecen
en reposo forman un plano horizontal. Con el empleo de las medidas
fitosanitarias actuales su importancia es escasa, sin embargo,
hace 100 años se convirtió en la peor plaga que
nunca ha padecido el viñedo riojano y su incidencia fue
tal que desde que se detectó en Sajazarra su primer brote
el cinco de junio de 1899, las cosas nunca volvieron a ser iguales.
Nuestro periódico se hizo eco inmediatamente
de aquella primera aparición filoxérica en el ejemplar
correspondiente al 6 de junio de 1899: "El ingeniero señor
Manso de Zúñiga comunica oficialmente el resultado
del conocimiento hecho en el término de Sajazarra, en
el que ha encontrado cuatro focos filoxéricos; el principal
de sesenta áreas, otro de diez y los dos restantes bastante
menores (...). Al investigar la causa de la aparición
del insecto no encuentra otra explicación que el haber
sido importado en sus ropas o calzado por los trabajadores gallegos
que se contratan en ciertas épocas de toda la Rioja Alta".
Pero 36 años antes de que el Viteus
vitifolii Fitch atacara sin piedad los campos españoles,
ya había devastado gran parte del viñedo galo.
Y aunque se ha dicho muchas veces que los franceses arribaron
a La Rioja por culpa de la filoxera, Manuel Llano Gorostiza,
en su libro Los Vinos de Rioja, señala que llegaron en
1850, 10 años antes de sufrir la plaga "por
su creciente vacío de hectólitros provocado por
la podredumbre del oidium. No eran de Burdeos, sino de Montpellier
y Bruselas". París estaba preparando su Exposición
Universal de 1855 y había que atender a sus clientes habituales.
Más tarde, la invasión filoxérica en Francia
hizo el resto. La Rioja resultó momentáneamente
beneficiada por la desgracia francesa, ya que se prodigaron por
nuestra tierra los "negotiants" comprando vino y embarcándolo
con destino a su tierra para "procurar acallar los estragos
de la filoxera". La exportación de caldos riojanos
no fue fácil, incluso el Gobierno francés intervino
gravando a los vinos españoles con cinco francos por hectolitro,
mientras que los de otras naciones europeas sólo pagaban
0,30 francos.
Sigue--->
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