HISTORIA
DEL VINO


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O POTENCIA?


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CRÉDITOS

 

La liturgia del catador va más allá del mero sorbo. Ante una copa llena, el experto trata de obtener toda la información posible: la que se recibe a través de la vista, el olfato, el gusto y el tacto. Un rito pensado para disfrutar de la enorme variedad de matices que enriquecen al vino.


Un rito para hedonistas
por Pío García


Un color para cada edad

Las copas inclinadas sobre un mantel blanco permiten conocer la edad del vino: de la juventud purpúrea (izquierda) a la ancianidad teja (derecha).



Un ligero movimiento

Tras oler el vino "a copa parada", los expertos aconsejan realizar un pequeño movimiento circular para liberar un mayor número de aromas.



El triunfo del olfato

La enorme y compleja variedad de fragancias que despide el vino convierten al olfato en el sentido privilegiado en el catador.



Del olor, al sabor

Sólo tras haber inhalado todos los aromas afronta el catador la fase gustativa: para arrancar bien los sabores, el vino debe pasearse por toda la boca.



Servir con corrección

El vino, aclaran los técnicos, debe servirse con corrección. Ello implica no apoyar la botella sobre la copa, sobre todo por razones higiénicas.



No tocar el seno

Según su mayor o menor escrúpulo, el catador puede coger la copa por el tallo o por la base; pero nunca por el seno, ya que eso viciaría la percepción.


 

 



Sentidos y sensibilidad

En copa y con cuidado

La cata: Un rito para hedonistas