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CRÉDITOS

 

El análisis de la evolución del consumo mundial de vino y el comportamiento de los principales exportadores e importadores lleva al autor a plantear que el sector español necesita revisar su estrategia


Mercado difícil, pero necesario
por Rafael del Rey Salgado, Secretario general adjunto de la Federación Española de Vino

Frente a la coyuntura local, es cada vez más necesario elevar la mirada para observar la situación global del consumo y la comercialización del vino. En grandes líneas, el consumo mundial va disminuyendo en los mercados tradicionalmente productores (­4,5%, entre 1994 y 1999), mientras aumenta en otros países productores de menor tradición (EEUU, Alemania, Argentina, Sudáfrica y Chile crecen en su conjunto el 6,3%) y se incrementa mucho más en los consumidores no productores (Reino Unido, Japón, Dinamarca, Canadá, Holanda y Bélgica, en un 35%). Este cambio de tendencia del consumo mundial es la causa de que el factor más dinámico sea la exportación. Y así es también en España, donde el consumo nacional en los últimos diez años ha disminuido a un ritmo del 0,9% anual, mientras las exportaciones crecieron al 7% anual. Si se analiza la evolución del comercio mundial vemos que se trata de un 'juego' entre pocos jugadores. Desde el punto de vista de la oferta, tres grandes exportadores (Francia, Italia y España) acumulan el 65% de las exportaciones mundiales, mientras el grupo de nuevos productores (EEUU, Chile, Australia, Sudáfrica y Argentina) apenas alcanza el 15% del total. La foto fija no parece, por tanto, muy preocupante para España. Pero sí lo es si analizamos la evolución de los últimos años: mientras el primer grupo ha elevado sus exportaciones entre 1990 y 1999 un 26%, los nuevos productores lo hicieron en un 137%. En valores absolutos, los tres países europeos crecieron en la década en 8,7 millones de hectólitros y los nuevos productores en 5,7 millones.

Por el lado de la demanda, también son pocos los jugadores: diez países acumulan casi el 70% del total de importaciones en volumen y, cinco de ellos (Alemania, Reino Unido, EEUU, Holanda y Japón), el 50%. Es decir, pocos exportadores venden a pocos importadores. Comparando las ventas cruzadas entre 1996 y 2000 de los seis principales exportadores (España, Francia e Italia ­viejo mundo­, y Australia, EEUU y Chile) a los nueve primeros importadores, que representan dos terceras partes de la comercio mundial (Alemania, Reino Unido, Francia, EEUU, Japón, Holanda, Suiza, Dinamarca y Suecia), se pueden extraer las siguientes conclusiones:

Balance:
- No le ha ido mal a España, con un crecimiento de 24,7 millones de litros (5,6%).
- Peor fortuna ha tenido Francia, sobre todo en el 2000, con sólo 0,76 millones de litros más vendidos en el quinquenio (0,1%).
- Los mejores resultados en el viejo mundo son para Italia, con casi 95 millones de litros de incremento (8,5%).
El problema aparece al comparar estas cifras con los competidores más agresivos, los nuevos exportadores:
- Chile ha aumentado sus exportaciones más del doble que España en términos absolutos (54 millones de litros) y 10 veces más en relativos (50%).
- EEUU triplica a España en litros (75 millones) y llega al 117% en términos relativos.
- Australia aumenta 133 millones de litros y un 128%.

En definitiva, y desde el punto de vista español, podemos pensar que la evolución no ha sido mala, pero disminuye este optimismo al ver cómo les ha ido a los demás. Este análisis debería generar una reflexión profunda de nuestro sector. Si España tiene el mayor potencial de crecimiento de producción y las tendencias indican que el mayor aumento de la demanda procederá en los próximos años de la exportación, debemos ver qué ocurre con nuestros competidores y plantearnos con cierta humildad qué debemos hacer.

Qué hacer Un reciente informe francés, el famoso 'Berthomeau', destaca como el punto central de esta obligada estrategia la necesidad de adaptar las características de la oferta de lo que producimos a la demanda. Este objetivo general debe ir necesariamente acompañado de otro conjunto de medidas que favorezcan mayor estabilidad de las calidades y precios, mejor conocimiento de los mercados, una distribución más fuerte y marcas de prestigio. En este sentido, la adaptación de la oferta no implica olvidar nuestras peculiaridades de producción, pero sí admitir sin temores nuevos camino de innovación, con una mentalidad más abierta. Asimismo, es preciso lo que el informe francés llama "pilotaje" de la oferta por quienes conocen los mercados.

Es decir, hace falta una mayor concertación entre productores y comercializadores que puede adoptar diversidad de formas, incluyendo un más fácil acceso de las bodegas al viñedo, la comercialización de las cooperativas, los acuerdos estables entre productor y comercializador e incluso la entrada de la producción al capital de las bodegas. En resumen, una estrategia que debe plantearse y ejecutarse desde el propio sector, puesto que de poco servirá acudir individualmente en demanda de una mayor intervención pública si, al final, lo que hace falta es que se produzca el tipo de vino que se necesita y se vende. Y esto, sólo está en manos de productores y comercializadores.


EL EFECTO 2000
 

La producción anual de cava superará las 70.000 botellas en La Rioja
 

La Denominación de Origen del Cava ocupa una superficie de 33.000 hectáreas